martes, 13 de agosto de 2013

Microrelato: Corazón de Palabras



Por Luisa Grajalva
Escritora y periodista








Sabía que Thot me protegería. Había escrito tantos sortilegios que franqueé, recitándolos de memoria, todas las puertas del inframundo. Mi mente recordaba cuánto había amado mi oficio: anotar palabras cuyos secretos me habían permitido conocer la Casa de la Vida tan bien como la Duat, la existencia tras la muerte.


El escriba sentado

Cuando llegué ante Osiris, no pude hallar mi corazón. El dios me mostró uno, hecho de papiro y tinta, y dijo que mi alma estaba contenida en él, en todo lo que antes había escrito. Pesó menos que la pluma de Maat, y Osiris lo introdujo en la escultura que me representa: El Escriba Sentado. En ella me envió de vuelta a la vida, asegurándome que quien me contemple podrá ver la eternidad.



Juicio del Alma en el Antíguo Egipto

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