jueves, 12 de septiembre de 2013

Discografía de El Barbero de Sevilla I



Por Alejandro Tofiño





La temporada 2013-2014 del Teatro Real de Madrid comienza con la celebérrima ópera de Rossini Il barbiere di Siviglia. Son ocho representaciones en las que se repone la elegante escenografía de Emilio Sagi de la temporada 2004-2005.

Il barbiere fue estrenado en el Teatro Argentino de Roma el 20 de febrero de 1816 con el título inicial de Almaviva, ossia L’inutile precauzione como deferencia al compositor Paisiello que en 1782 estrenó su ópera homónima, entonces muy popular, si bien, en el verano del año de su estreno la obra rossiniana recuperó la denominación con que se la conoce hoy en día.

Gioachino Rossini
El estreno fue un auténtico fiasco por diversos motivos: la animadversión de los seguidores de Paisiello, errores de escena, silbidos, burlas… Sin embargo, la segunda representación supuso un enorme éxito y, desde entonces hasta ahora, con mayor o menor continuidad según la consideración hacia la obra del genio de Pesaro, ha estado en los cartellone de los teatros de todo el mundo.

Los principales papeles se distribuyen como sigue: Conde de Almaviva; voz de tenor que ha de dominar el canto ligero, con atención a los matices más delicados, emitiendo cada nota con gusto y sutileza. Rosina; la protagonista femenina fue concebida por Rossini para contralto-coloratura, voz entonces habitual, de gran extensión, oscura pero con facilidad en las florituras. No obstante, el propio Rossini cambió la tesitura de contralto a soprano, y en esta tesitura, o en la de mezzosoprano de coloratura, suele cantarse hoy día. Figaro; barítono cuya voz ha de discurrir libremente, apoyada en un buen grave, y manejar hábilmente el canto florido. Bartolo y Basilio; papeles para bajos bufos, con grandes dotes histriónicas, sin caer en el mal gusto o caricatura.

Son muchas las grabaciones que de El barbero de Sevilla se han realizado, ninguna totalmente redonda, pero sí con numerosos puntos destacables. Veamos algunas de ellas.

Maria Callas (Rosina), Luigi Alva (Almaviva), Tito Gobbi (Figaro), Fritz Ollendorff (Bartolo), Nicola Zaccaria (Basilio). Coro y Orquesta Philharmonia. Alceo Galliera. Grabación de II.1957. EMI

Lo más llamativo de esta grabación es la primorosa dirección del maestro italiano: contrastada, fluida, toda la ópera discurre de forma espontánea y natural. Y esto se aprecia ya en la magnífica obertura, en la que se luce la extraordinaria Philharmonia londinense. Notable Luigi Alva, atentísimo a la más mínima inflexión, con un canto suave y matizado. Ni Callas ni Gobbi responden a lo que estilísticamente pueda esperarse de estos personajes. Gobbi, ya se sabe, tiene una extensión corta, con agudos que son bramidos y graves muy forzados; su técnica es aproximativa y su forma de apianar, grotesca. A su favor, la clara y matizada dicción. Callas, pese a sus agudos metálicos y estrangulados, despliega un muestrario de agilidades limpias, originales e intencionadísimas; su Rosina es una joven pícara, que poco tiene de ingenua, dispuesta a conseguir como sea sus propósitos. Zaccaria, estentóreo pero eficaz e insuficiente en todos los aspectos Ollendorff.

Victoria de los Ángeles (Rosina), Luigi Alva (Almaviva), Sesto Bruscantini (Figaro), Ian Wallace (Bartolo), Carlo Cava (Basilio). Coros del Festival de Glyndebourne. Royal Philharmonic Orchestra. Vittorio Gui. Grabación de IX.1962. EMI

Grabación que si no fuera por los dos bajos, muy deficientes, alcanzaría la categoría de referencial. Bruscantini es un extraordinario y simpatiquísimo Fígaro, seguramente el mejor de la discografía. Victoria de los Ángeles es un dechado de elegancia, buen gusto y mejor cantar. Luigi Alva repite su estupenda prestación como Almaviva, quizá más seguro y convincente que en la grabación anterior. Por su parte, Gui extrae de la orquesta un sonido dúctil, chispeante y perfectamente concertado. Lástima, insisto, de los dos bajos que no dan la talla, ni de lejos, en sus respectivos cometidos.

Marilyn Horne (Rosina), Paolo Barbacini (Almaviva), Leo Nucci (Figaro), Enzo Dara (Bartolo), Samuel Ramey (Basilio). Coro y Orquesta del Teatro alla Scalla de Milán. Riccado Chailly. Grabación de II.1982. SONY

Esta versión está dominada por la estupenda prestación del americano Ramey, cuyo Basilio no puede ser mejor cantado e interpretado, con una Calunnia antológica. Continúan los parabienes con Enzo Dara que no cae nunca en el mal gusto ni en lo grotesco en un personaje tan dado a ello, más bien lo contrario, quizá peque de cierta parquedad de matices, de la que participan todos los miembros de la grabación, especialmente en los recitativos, de los que podría haberse extraído más gracia e intención. Leo Nucci es un respetable Fígaro. Horne es una Rosina un poco grosera de más, quizá porque la grabación le vino tarde en una época en la que la voz algo avejentada no se corresponde con la lozanía que se presupone en la pupila de Bartolo. No obstante, impresionan sus graves y el dominio del canto de agilidad. Con todo, la grabación pierde numerosos puntos con el tenor, cuya pobre técnica le impide afrontar con garantías tan difícil papel: su Cessa di più resistere produce sonrojo. Finalmente, Chailly, en la línea de los grandes maestros italianos, ofrece una versión cuidadísima, espontánea y rebosante de garbo.


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