viernes, 7 de febrero de 2014

Luz de Gas




Por Paco Fochs











Aunque lo parezca, esta reflexión  no va de la energía. Hoy no.

Luz de Gas es también una expresión sacada de una película del mismo título dirigida por George Cukor y basada en una obra de teatro de Patrick Hamilton, cuyo significado es, más o menos: “Intentar que alguien dude de sus sentidos, razones o realidad”.

Bueno, pues eso me temo que es lo que está ocurriendo hoy. No con una persona, más bien con todo un país.

La luz de gas siempre se origina por una mentira y el objetivo es que el destinatario no solo no perciba la falsedad como tal, sino que incluso  piense que era buena o necesaria.

Aquí el gobierno no es que haya dicho una mentira, más bien es que no ha dicho una verdad. Por ello, al cabo de dos años, es lógico que la gente desconfíe del mismo, cuando no le considere el enemigo, lo cual va siendo una opinión dominante. Conscientes de ello la salida que se les ha ocurrido es convencernos de sus acertadas decisiones. Es decir "hacer Luz de Gas".

Pero no solo es el gobierno; toda aquella persona o institución cuando nos comenta en los medios de comunicación, que todo va muy bien, debido a que una estadística macroeconómica ha subido o bajado una décima, están inmediatamente clasificados como cómplices en la campaña de “Luz de Gas".


 Así ocurre el espectáculo de todo un país sometido a esta aberrante maniobra, pese a que la gente sabe, por su propia experiencia, la realidad.

 Por ello, si el partido gobernante se monta un guateque en Valladolid, los ciudadanos pasan un montón del mismo y mucho más si el mensaje más potente del líder es que reclame a uno de sus rivales que “se calle”, cuando el pobre lleva ya una larga temporada en un extraño mutismo que algún día, si puede, explicará.
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Por favor: no se crean esta Luz de Gas. Ni las maniobras de distracción. Más bien repitan como un mantra eso que dice una cadena de electrodomésticos: “Yo no soy tonto”.

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