Por Concha Carbajo |
Esta semana he acudido a ver y escuchar de nuevo una de mis óperas favoritas: la Boheme de Puccini. En esta ocasión ha sido una Boheme austera. Parece una
redundancia pues los bohemios generalmente son austeros por necesidad, pero en las
representaciones usuales de esta magnífica ópera, siempre se parte de
producciones deslumbrantes, costosísimas, en especial en su Segundo Acto con la
intervención del Coro. En este caso, el coro, bajo la dirección de Guillermo Bautista, ha subsanado la
evidente limitación de espacio mediante soluciones imaginativas que no
perjudican la calidad musical de la obra.
Esta Boheme se representa en el Teatro Reina Victoria de
Madrid dentro de un ciclo organizado conjuntamente por la familia Cornejo y una admirable iniciativa
llamada Ópera de Madrid, compuesta
por un amplio grupo de artistas.
Este Ciclo o Temporada Lírica ha incluido también
títulos como Rigoletto y Barbero de Sevilla, conciertos
dominicales (Carmina Burana) y en
Junio se representarán las zarzuelas: Agua,
Azucarillos y Aguardiente y La Gran Vía en programa doble.
Óperas míticas a partir de 26 Euros. Tal vez este es el
camino para acercar nuevos públicos al arte lírico más que extravagantes
producciones. Por ello me permito recomendar que acudan al Teatro de la Carrera
de San Jerónimo madrileña. No estoy hablando de unas representaciones
voluntaristas. Aquí hay gran calidad. En la joven orquesta, sus músicos y los
maestros que los dirigen. Repartos previstos con cantantes de prestigio y
experiencia como Vicente Ombuena o Marco Moncloa. Voces como las de Miguel Borrallo o Hevila Cardeña que cuando cantan respectiva y sucesivamente Che gelida manina y Mi chiamano Mimi y rematan juntos un primer acto
magnífico con O soave fanciulla, te trasladan inmediatamente a la magia de la obra de Puccini.
Luego, ya saben, se trata de dejarse llevar y pasarlo
bien.
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