Por Paco Fochs |
Marisa
P. H. era una joven ingenua y virtuosa licenciada en Ciencias Empresariales, carrera
que cursó con notas espectaculares, en una costosísima (en todos los sentidos) Universidad
de su tierra natal.
Su
primer empleo fue en la Caja de Ahorros de su localidad, que entre rumores de
quiebra que la causaron gran desazón, fue integrada en el conocido Grupo
Rumasa.
En
el Grupo Rumasa ya se sabe lo que pasó, por lo que Marisa desembocó después de
muchos trámites y pasos por otras instituciones que incluyen los juzgados, en
el Banesto de Mario Conde.
Ahorramos los distintos avatares de todo tipo que nuestra licenciada pasó durante estos años
y que la convencieron de que el sistema financiero español no era lo suyo o bien
que no estaba hecho para ella.
Por
ello se incorporó a la política, dándose de alta en el Partido Popular donde
apreciaron sus virtudes y como premio fue designada como concejal en un pueblo
de la Comunidad de Madrid.
Desde
este puesto privilegiado fue espectadora indignada de los tejemanejes de unas
personas que más tarde fueron conocidas como “ Red Gurtel” y que provocaron el
abandono de su carrera política.
Desengañada
de la codicia de los hombres (y de algunas mujeres), Marisa P.H., creyó finalmente
encontrar su sitio cuando le surgió la posibilidad de colaborar con una especie
de ONG, que no tenía afán de lucro.
De
esta última experiencia, Marisa pudo huir cuando la policía ya entraba por la
puerta.
Actualmente
Marisa P.H. es la sanguinaria jefa de una banda de albanokosovares que siembran
el terror en una zona de chalets adosados de la Sierra Norte de Madrid.
Convencida
de que esta última aventura acabará un día u otro también en los juzgados, Marisa vive su madurez, casada y con dos hijos.