Por Paco Fochs |
Julia nació en Valladolid. En la cuna ya mostraba una belleza clásica, intemporal, de rasgos sobrios y elegantes, al margen de cualquier moda circunstancial.
Julia fue con los
años adquiriendo una imagen de gran prestancia que adornaba con gestos medidos
que resultaban impactantes cuando en el colegio recitaba poesías tanto
religiosas como laicas.
En estos escenarios
alcanzaba grandes satisfacciones pues profesores, padres y condiscípulos alababan
sus interpretaciones y resaltaban en especial su voz maravillosa que la ponía
al servicio del texto con una perfecta dicción y la vocalización propia de su
ciudad natal.
Ella respetaba y
valoraba su idioma al que consideraba como el instrumento básico en la
comunicación con sus semejantes.
Por todo ello, en
su círculo pucelano estaban convencidos que Teresa sería actriz. Una actriz de esas que merecen el título de “eximia”.
Con estos
antecedentes no era de extrañar que Julia se presentase a eso que se llama un
casting, que no es otra cosa que una selección de artistas para un proyecto
audiovisual. Traducido: era para una serie de la tele y posible película de
cine posterior.
El encargado del
asunto indicó que improvisara sobre un texto que conociera y Julia vio el cielo
abierto: podía declamar una trágica escena de Aurora Bautista o bien algo de “Cinco
horas con Mario” como la interpretaba Lola Herrera.
Se decidió por la
primera opción y el experimento duró un minuto, hasta que surgió imperioso e
indignado el grito temido: ¡corten!
-Pero tú de qué vas – gritaba el director- no ves que se te entiende todo. No seas tan cursi. Ahora hay
que hablar como en la calle…”osá”…. normal…. que se te entiendan los tacos y
poco más. ¿O es que no vas al cine o ves la tele?
Tenía razón. Incomprensiblemente parece
ser que ahora no gusta que se entienda lo que dicen las actrices y actores españoles. Así
que Julia no tenía futuro. Claro que podía dedicarse al
doblaje ya que en las películas extranjeras es donde mejor se habla el
castellano e incluso la gente lo entiende bien. Pero eso no la llenaba.
Pensando, pensando…Julia
encontró una solución que no estaba mal. Y nosotros nos alegramos ya que estos casicuentos no deben tener siempre finales tristes, aunque se parta de una
frustración.
Julia triunfó en
todas las oposiciones a las que se presentó, enloqueciendo de admiración a todos
los tribunales que se le pusieron por delante dada su memoria entrenada y la claridad y seguridad con
la que “cantaba” los temas.
Pero por la noche
en su hogar, Julia escucha las interpretaciones de las paisanas citadas, o de
otras como Concha Velasco, y las imita ante un espejo. Entonces es feliz.
A Julia tampoco le hubiera ido bien como política... donde tampoco se entiende nada. Gracias por hacernos pasar buenos ratos con esta visión irónica de la realidad!! Fdo. Cervantes (que para eso hoy es mi día...)
ResponderEliminarGracias a ti, Cervantes. Saludos, Paco
EliminarHas dado en el clavo y con la pregunta que nos hacemos casi siempre cuando vemos una película o una serie española: ¿porqué las extranjeras se oyen y entienden tan bien y las españolas no?
ResponderEliminarParadójicamente, en las comedias se oye mejor que en las pretendidamente serias.
Luego se quejan de que no las vemos.
Jerónimo
Muchas gracias Jero. Abrazos, Paco.
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