Perdonen la vanidad, pero
servidor desea opinar sobre el hecho histórico que ha ocurrido esta semana: La
proclamación de Felipe VI.
Creo que en otras
elucubraciones mías he dejado claro mi apoyo hacia las nuevas generaciones como
solución a los achaques que acompañan a un viejo país y a una democracia que
entre unos y otros la hemos dejado tan deteriorada que deberíamos ingresarla
donde fuera.
Bueno pues en el verano de
2014, la cosa de la jefatura del estado se ha planteado repentinamente con
cierta crudeza. ¿Monarquía o República? La monarquía ya la conocemos. La república,
racionalmente, está muy bien, pero ¿quién la iba a presidir?
Profundizando en el tema y
descartada la posibilidad de que Rafael Nadal, Pau Gasol, Marc Márquez o
incluso Andrés Iniesta se hicieran cargo de la jefatura del estado, hay que
reconocer que la posibilidad que parecía más oportuna es la de Felipe Borbón.
Por todo ello solo deseo que
Felipe VI sea un ético jefe del estado (la estética ya la tiene) y que en la
medida de sus posibilidades promueva una nueva época en la que se revisen los
problemas territoriales, la ley electoral, la solidaridad, la igualdad y tantísimos otros, entre los cuales
está también la forma del estado.
Opino que es su gran
oportunidad. Y la nuestra.
Larga vida a todos.




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