Por Paco Fochs |
Resulta
algo chocante que personas políticamente correctas hasta el hastío, que durante
años han dado una imagen impoluta algo empalagosa, cuidadosos de las formas, distantes, trajeados sin una sola arruga y con unas dilatadas hojas de
servicios al Estado, Gobierno y a quién fuera menester, pasen a la historia
como prescriptores de algo llamado: Masajes Filipinos.
Todo
se lo deben al uso indebido de una tarjeta con la que Cajamadrid les obsequió y
que ahora Bankia, o quién sea, ha decidido publicitar los gastos en los que
incurrieron.
Lo
de los Masajes Filipinos tiene su intríngulis y servidor no desea averiguarlo
con profundidad. Aparte de que no me dejarían realizar la pertinente
investigación cuyo único objetivo sería ofrecer una más completa información. Por
supuesto.
Parece
ser que los masajes están a cargo de nativos/as de aquel archipiélago y por
supuesto mezclan toda una filosofía oriental envuelta en algas. Más o menos. Nada
que ver con la conocida cadena de Masajes a mil. Estos los mil eran en pesetas.
En los filipinos la cosa va por los euros. Debe ser por las algas.
Opino
que Bankia ha perdido una oportunidad de oro: si a los usuarios de estas
tarjetas, aparte de hacerles devolver el dinero gastado, se les hubiera
impuesto un cargo importante por no divulgar sus gastos, hubieran arreglado
parte de lo de las preferentes e incluso evitado algún disgusto familiar.
Pero
no desfallezcamos: hay esperanza. De los cargos en dichas tarjetas, entre masajes, lencerías, alcoholes y discotecas, aparece
una partida que induce a la reflexión; es la dedicada al Arte Sacro que también
tiene algún adepto.
Reconozcamos
que aunque sea una excepción, es todo un consuelo.
Eso es que Rato no fue a la catequesis, donde siempre daban una estampita.
ResponderEliminarMe recuerda lo de tus Masajes Filipinos a unos amigos que, en un viaje turístico por el Extremo Oriente, fueron a que les dieran unos Masajes Tailandeses y vinieron muy decepcionados, porque les habian dado...... ¡unos masajes!
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