Como
ustedes saben: David Cameron, Primer Ministro Británico nos visita
frecuentemente en sus vacaciones. Es toda una oportunidad ya que esta afición
podría ser de alguna utilidad en estos momentos.
Se
trata de invitarle a uno de nuestros magníficos hoteles de la costa y que
imparta un curso rápido a nuestro presidente de gobierno sobre cómo manejó con
acierto el tema escocés, dadas sus similitudes con el catalán. Y es que al
nuestro no se le ocurre nada. Lo único que hace es pertrecharse tras el
Tribunal Constitucional. Ni un pequeño guiño, ni una ilusión, ni un viaje, ni
una muestra de cariño, ni una propuesta, ni, por supuesto, alguna negociación.
Que
conste que lanzo esta idea por su bien. Por el bien del Sr. Rajoy. A mi edad el
tema del futuro me interesa relativamente y en cualquier caso a Cataluña
siempre la llevaré en mi corazón y mi geografía: es decir; a pocos kilómetros
de donde estoy, ya que, pase lo que pase, no está previsto que Cataluña se
mueva de su privilegiado rincón mediterráneo.
Pero
si en este último año de la legislatura se produce una declaración de
independencia catalana, opino que estaremos de acuerdo en que este gobierno
pasará a la historia de España como uno de los peores que hemos soportado. Y
este ridículo es algo que no pueden permitirse.
Lo
peor es que parece que no se dan cuenta: se dirigen alegres, confiados y algo
soberbios, directos hacia el desastre. Eso sí: con un coro de palmeros que
hablan de una décima arriba o abajo, en sus datos económicos.
El
compromiso de este gobierno era fomentar el empleo. La realidad es que se ha
fomentado la desafección de sus votantes, la indignación y el independentismo.
Así
que insisto: Míster Cameron: Help!
Hola Paco. A mí la postura de Rajoy me recuerda a la de los boxeadores y la de los equipos de fútbol que juegan "a la defensiva" o "a la contra". Si consiguen hacer algún contrataque o "contra" con éxito, hasta pueden ganar, pero lo más fácil es que les goleen. A no ser que sean italianos y utilicen el famoso Catenaccio.
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