Por Paco Fochs |
Si hace cincuenta años servidor hubiera querido hacerse un selfie por
ejemplo con el Almirante Carrero Blanco, al tomarle por los hombros y sacar una
polaroid o artilugio semejante para fotografiarnos, es posible que hubiera
dejado de pertenecer a este mundo de los vivos.
Eran otros tiempos y otras liturgias. Es imposible saber cómo se hubiera
reaccionado ante esta moda actual, la cual en cualquier caso opino que es una
intrusión en la intimidad de la gente. Estoy por asegurar que en esta fantástica
posibilidad en la que hubiéramos podido disfrutar de fotos instantáneas en
nuestra juventud, nuestros aparatos atesorarían selfies con Di Stefano o Kubala
y en especial con los conseguidos entre grandes dificultades con Brigitte
Bardot o Claudia Cardinale cuando estas estrellas venían a rodar películas por
estos lares.
No creo que tuviéramos políticos ni empresarios.
Últimamente según nos ha enseñado el llamado popularmente Pequeño
Nicolás, el cual no deja de ser un producto de nuestro tiempo, lo del selfie ha
pasado a ser lo que antiguamente se llamaban: referencias. Referencias
profesionales o sociales. Por lo tanto para este fin, es conveniente que abunden
los políticos y empresarios.
Con su nutrido álbum de fotos, el pequeño Nicolás ha tratado de
demostrar que asesoraba a diversas instituciones y servidor desea creerlo. Es
más: considera que estas colaboraciones suyas pueden constituir una de las
razones por la cuales Casa Real, Gobierno, PP, Ayuntamiento de Madrid,
Comunidad de Madrid, Ceim, Eurovegas…etc, no han acertado ni una durante las
últimas épocas.
Por ello, el pequeño Nicolás tiene un grave problema: el álbum de
personajes y personajillos de sus selfies y con los que se montó su
estrategia, ya no son para presumir. Vamos…que se han pasado de moda. Todos y
cada uno de ellos. Ya no marcan tendencia.
Alguien debería decírselo pues parece que no se ha dado cuenta. Y estar
pasado de moda a los 20 años es algo muy, pero muy patético.