viernes, 24 de enero de 2014

La Iª Guerra Mundial y el Arte de Vanguardia (II)



Por Javier García-Luengo Manchado




Hacia 1914 el Cubismo había producido importantes conquistas estéticas. Iniciado en torno a 1907 de la mano de las célebres y polémicas Señoritas de Avignon de Picasso, el Cubismo pretendía crear un lenguaje estético cuya piedra angular consistía en la eliminación de la perspectiva geométrica como recurso pictórico, por entenderse que ésta generaba un espacio falso, ilusorio, ajeno a la bidimensionalidad propia de la pintura.
Max Beckman - Autorretrato como enfermero
El Cubismo en su etapa analítica primero, como en su fase sintética después -momento en el que por cierto irrumpirá el uso sistemático del collage como técnica artística-, ejerció una influencia extraordinaria en otras vanguardias -Suprematismo, Neoplasticismo, Futurismo-, así como en el campo del diseño e incluso de la decoración.
Por tanto, expresionistas, futuristas o cubistas pretendían una revolución ideológica y/o estética capaz de regenerar al Hombre y a la Sociedad. Sin embargo, cualquier esperanza de cambio se truncaría precisamente cuando en 1914 estalló la Gran Guerra, un conflicto de un calado internacional sin precedentes, donde la población civil se convirtió en el trágico protagonista de la carnicería bélica jamás conocida hasta entonces.
Severini - Síntesis de la idea de la guerra
El desgarro, la violencia, la enfermedad, el hambre y la fractura social era sentida y padecida por aquellos artistas de una manera muy directa, no sólo en el complejo transcurrir diario de esos cuatro largos años, sino que algunos de ellos fueron movilizados, como es el caso de Beckman, Léger, Chagal, Kirchner, Kokoschka, Bracque o Derain, otros incluso corrieron peor suerte, pagando con su propia vida aquella belicista sinrazón, así sucedió con Boccioni y con Egon Schiele.
Juan Gris - El Fumador
Es justo en pleno fragor de este auténtico apocalipsis cuando surgió un grito: rappel à l´ordre. Dicha expresión, codificada por Jean Cocteau posteriormente, supondría todo un decálogo que marcaría la estética de muchos movimientos artísticos del periodo de Entreguerras, cuya idea principal, aun dentro de su complejidad, proponía un retorno a la tradición, a dejar a un lado la extravagancia de las vanguardias para volver la mirada al arte del pasado.

Revivificación del pasado, sí, pero visto con ojos nuevos. Es este el momento en que se inaugura la etapa Neoclásica de Picasso o en el que se desarrolla Valori Plastici. Más que un movimiento concreto, el retorno al orden era un sentimiento estético que retomaba la figuración pero trabajada a partir de la lección aprendida de las vanguardias, es decir de la esencialización del cubismo o la libertad cromática del expresionismo. 



Pablo Picasso - Las Señoritas de Avignon




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