Por Javier García-Luengo Manchado |
Dentro de las efemérides que se recordarán intensamente a lo largo
del año que acabamos de inaugurar, destacará, sin lugar a dudas, la más trágica
de todas ellas: el inicio de la Primera
Guerra Mundial.
Kichner - Autorretrato como soldado |
Efectivamente, la conocida como Gran Guerra, supuso un cambio
absoluto no sólo en la forma de entender y hacer la guerra sino que también
implicó una honda trasformación del mapa europeo, incluso, desde mi punto de
vista, algo más importante aun, marcó un antes y un después en la evolución
política, social, cultural y artística del siglo XX.
Es en este último punto donde sucintamente hoy se quiere detener LAS ARTES Y LOS DÍAS, pues los avatares bélicos desarrollados entre 1914 y
1918 produjeron una serie de heridas y cicatrices de las que aun hoy, de alguna
manera, somos herederos.
Kandinsky - Composición |
Lo cierto es que en torno a 1914 los principales movimientos
modernos habían alcanzado cotas fundamentales en sus propuestas tanto
experimentales como ideológicas. No en vano, el afán de lucha de tales
movimientos se identificó metafóricamente con la vanguardia, término militar
aplicado a las tropas que avanzan y preparan el terreno a la retaguardia. Así
es, el cubismo, el futurismo o el expresionismo intentaron avanzar, abrir
nuevas vías para el arte, de alguna manera la revolución estética, pensaban
muchos por entonces, también supondrían una revolución ética.
Guido Severini - Cañón en acción |
Los términos absolutamente revolucionarios que marcaron el devenir
artístico de la primera década de la centuria pasada no quedaban muy lejos de
la necesidad de transformación y cambios de una masa social hastiada de unas
formas y unas fórmulas ancladas en el pasado, inútiles en el presente y, sobre
todo, carentes de futuro.
Así el expresionismo alemán, especialmente el grupo El puente –Die Brücke-, comandado por Kirchner, supuso un cambio a la hora de
mirar y entender el arte. La recuperación del primitivismo y la utilización de
un color descriptivo, no de la realidad circundante, sino de la realidad del
propio creador, daba rienda suelta a una pintura cada vez más personal donde el
yo del artista se desmarcaba paulatinamente de una sociedad adocenanda y bien
pensante.
Severini - Tren armado |
Y es que esta libertad cromática permitió al siguiente grupo
expresionista, El jinete azul –Der Blauer
Reiter-, de la mano esencialmente de Kandinsky,
iniciar en torno a 1910 el camino de una abstracción basada en los valores
espirituales del propio color, el color debía emocionar al margen de cualquier
discurso figurativo.
Y hablando de belicismo y arte no podemos concluir este primer
capítulo dedicado al arte en torno a 1914 sin incluir el Futurismo italiano,
engendrado en 1909 por Marinetti. Quizá
estos creadores fueron los más agresivos y combativos, en el amplio sentido del
término, de los referidos hasta ahora. Junto con el mencionado ideólogo, Boccioni, Severini, etc., propugnaban
la quema de museos o la destrucción de obras clásicas en pro de una sociedad
verdaderamente futura, cantando la belleza de la guerra como auténtica trasformadora
de la sociedad. Es por ello que con sus pinceles plasmasen la velocidad, el
movimiento, manifestaciones, reyertas, máquina y autómatas, mostrando así un
hombre sometido al futuro y no viceversa. No nos debe extrañar que algunos de
estos artistas terminasen engrosando las filas del fascismo. Para tales fines, no
dudaron en utilizar algunos recursos ya empleados por el cubismo, movimiento
con el que abriremos el siguiente capítulo de esta serie.
Gracias! Muy ingteresante e ilustrativo.
ResponderEliminarDeseando estoy de que llegue la segunda parte... Muy interesante, como siempre.
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