Por Luisa Grajalva |
Nocturno para soledad,
orquesta
y un solo espectador.
Concierto en no
que alguien compuso
para la esperanza.
Ceremonia de frío,
danza de los minutos
que celebran
estériles tristezas.
Llanto de pentagrama,
vanos hilos
de lágrimas que intentan
coser el tiempo roto.
Saludos al olvido.
Aplausos entusiastas
de la lámina insomne
de la angustia.
Noche a noche,
programa repetido.
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