Por Paco Fochs |
Cuentan las leyendas urbanas que cuando
el jefe del estado español se iba a “hacer
recados”, preservaba su privacidad vestido con traje de motorista, casco
super reglamentario y moviéndose con una moto de gran cilindrada.
Todo ello muy acorde y representativo
de un país que ha dado al mundo personajes como Márquez, Lorenzo o Pedrosa, sin
ir más lejos.
Ahora nos enteramos que el jefe francés
hace lo mismo, pero con menos de la mitad de glamour: embutido en un guardapolvos, con casco (por supuesto) y una moto (con conductor, lo cual es lo
peor) que, pese a que debe estar muy bien, me recuerda a esas máquinas
limpiasuelos con las que el ayuntamiento de Las Rozas tiene a bien despertarme
en las madrugadas de los sábados.
Mi comentario creo que es oportuno, ya que dado
el mimetismo de nuestros dirigentes y lo bien que se les “recibe” en cualquier
parte, es posible que se dediquen a viajar en moto, cosa que no está al alcance
de cualquiera, aunque ellos no lo sepan.
De hecho, me ha parecido ver a un
ministro camuflado de repartidor de Telepizza.
Así que cuidado: un accidente con un
motorista puede ser considerado como un intento de magnicidio.
Si ven una moto dubitativa: por favor,
paren y déjenla pasar. Me lo agradecerán.
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