Por Paco Fochs |
Todo el mundo las
conoce en su moderno significado: el de ser las causantes de la crisis
económica. Parece ser que esta definición ha superado a la más antigua y festiva que se refería en
especial a las bebidas.
Sin embargo y pese
a la abismal diferencia de significados si existe un cierto paralelismo entre
ambos. No en vano existen las burbujas económicas más populares, como son las
de las gaseosas y otras, más exclusivas, que se identifican con las del champagne.
Incluso estas últimas pueden corresponder a modalidades brut, dulce o semi.
La burbuja de la gaseosa,
la popular, la de toda la vida, esa que dicen ha causado estragos en el sistema
financiero (aunque ellos mismos la impulsaron) es decir la del “ladrillo”, ha
sido atacada con precisión por tierra, mar y aire dejando un rastro de ruinas
en su sector y derivados, así como desahucios, paro y, no exagero, víctimas.
Las del Champagne
siguen funcionando alegremente pues se consideran que son o pueden llegar a ser
de alguna utilidad.
Así una burbuja
champagne brut, puede ser uno de esos “magnates” con un sobrevalorado activo
impresionante, soportado por un pasivo mucho más descomunal, que no es exigible
a corto plazo siempre que en situaciones muy puntuales cumplan lo que se les
pide.
También pueden ser
burbujas semi-secas algunos medios de comunicación que animados o también impulsados
por su mala cabeza “han vivido por encima de sus posibilidades”, según frase
tristemente famosa. Es una burbuja a dominar fácilmente y por ello a conservar,
ya que mediante ella se pueden censurar informaciones, doblegar opiniones e
incluso despedir directores.
Todas ellas así
como otras varias, crean perjuicios al sacrosanto, auxiliado y rescatado
sistema financiero español y de alguna manera no favorecen precisamente que fluya
el crédito a particulares, ya que lo del dinero es algo limitado y si existen
prioridades…. todavía lo es más.
Pero ninguna como
la burbuja champagne dulce (considerada la peor por los expertos), creada por algunos partidos políticos, sin ingresos
conocidos, subvencionados y formados en un sistema en el cual se les perdonan regularmente
las deudas, por lo que viven desahogadamente, tanto que incluso el bote de las
propinas puede aparecer en Suiza. Es esta una señal más de una mala educación
que se hace evidente cuando alcanzan el poder y forman impunemente ineficaces
administraciones duplicadas o triplicadas, descoordinadas y torpemente
gestionadas.
Esta burbuja no es
que viva por encima de sus posibilidades, es que, de hecho, hace gala de que
sus posibilidades son ilimitadas. Así que si la dejan crecer, es capaz de poner
en riesgo el sistema financiero internacional.
Por favor: acaben
ya…. No pido que las estallen, solo que las desinflen, pues la fiesta no puede
durar eternamente.
Caramba Paco. Nunca se me hubiera ocurrido comparar esta bebida tan refrescante y elevadora del espíritu con la avaricia y la usura.
ResponderEliminarA partir de ahora, cada vez que vaya a probarla, la miraré con recelo. Ya nunca será igual.
Si no fuera porque en realidad es alegre, qué triste sería la vida con estas desazones.
Jerónimo
Lo cierto es que las burbujas siempre terminan por subirse a la cabeza y es la de champán es la pero resca que hay... El Coleccionista
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