Populista

Por Paco Fochs

El gobierno y quienes forman lo que entendemos por “establishment” están vulgarizando una palabra a la cual incluso le aportan un contenido descalificador que bordea el insulto. Se trata de “populista”, un sinónimo de demagógico, pero que (debe ser por decreto) ahora se ha extendido a otras conductas y significados.

Como esto siga así, en los campos de fútbol se gritará la palabreja para ofender gravemente al árbitro: ¡Populista, más que populista!, aullarán los hinchas enfurecidos en los estadios. Por supuesto, también en los colegios los niños se increparán así unos a otros.

Actualmente un populista puede ser un extremista de derechas y también de izquierdas. Puede serlo un euroescéptico, un independentista o un “preferentista”. Un poeta, un historiador o un médico. Es posible que tal vez lo sea un indignado pero también un tipo tranquilísimo, "demócrata de toda la vida", que critica algo que no le parece bien.

Se es populista si uno protesta una de las miles de multas que nos acechan en cada esquina, si se avergüenza del trato a los inmigrantes o de los recortes en general, si se queja de las tarifas eléctricas o cualquier otra medida propia de una administración recaudatoria.

También se es populista si no escuchó atentamente el debate del estado de la nación, si lo hizo y casi se muere de aburrimiento o bien si  determinadas intervenciones le produjeron carcajadas o  simplemente arcadas.

Así pues y resumiendo, este novedoso populismo se produce en general cuando su pensamiento no coincide con la “inteligencia superior” de nuestros gobernantes y otros interesados.

Puestas así las cosas, a servidor, tanta descalificación, desdén, soberbia, intransigencia y prepotencia le parece, humilde y muy respetuosamente (no deseo imitarles) que los populistas van siendo ellos.