Por Concha Carbajo |
Michelle Obama con
motivo de su 50 cumpleaños cursó una invitación en la que se indicaba que los
asistentes “fueran cenados”, aparte de llevar zapatos cómodos para poder
bailar.
Algo de esto faltó
en la información que el querido Teatro de La Zarzuela ofreció con motivo del
estreno de la Ópera-Zarzuela o Zarzuela-Ópera: Curro Vargas, de Ruperto Chapí,
con libreto de Joaquín Dicenta y Manuel Paso Cano. El asunto comenzó a las 20
horas y finalizó a las 24.
Curro Vargas |
Pero esto es lo de
menos. Al fin y al cabo estamos en un invierno-primavera muy wagneriano (entre
Tristan y Lohengrin) y ya sabemos que con don Ricardo los horarios se rompen,
afortunadamente.
Curro Vargas |
Curro Vargas es una
obra muy estimable siempre que se midan las bases tópicas de cualquier dramaturgia:
planteamiento, nudo y desenlace. Aquí el planteamiento es excesivo. Los dos
libretistas lo explican reiteradamente, sin margen alguno para la duda. Está
claro que Curro matará a Soledad. Por supuesto lo hace finalmente, entre
quejidos estomacales del respetable y reconocimiento de que lo de la violencia
de género viene vergonzosamente desde hace tiempo.
Una muy estimable
música del Maestro Chapí, servida por la orquesta y coro del teatro bajo la
dirección de Guillermo García Calvo y un
elenco de cantantes: Saioa Hernández, Andeka Gorrotxategui, Milagros Martín
(estupenda) y Luis Álvarez que llevaron a buen puerto la obra.
El Real sigue en su
línea de despedida de Mortier.
Alceste |
Se estrenó Alceste
de Gluck que en su vida pensó que su delicada obra podía ser pateada en Madrid. Esto ha
sido “mérito” del director de escena: Krzystof Warlikowski que planteó una
atrevida propuesta que no fue del agrado del público y crítica.
El problema es que
en el foso estaba el nuevo Director Musical: Ivor Bolton y el tema parece ser
que le desbordó.
No importa. Ya
dicen los gitanos (y muchos “payos”) que no desean buenos comienzos.
Lo de Alceste no tiene nombre, bueno sí, Warlikowski quien ya de joven en la peluquería de su pueblo mientras ojeaba las revistas del corazón, debió empezar a mitificar a Lady Di o a mirarse en ella como el espejo en qué reflejarse... Al final en cuanto ha caído Alceste en sus manos ha sido Gluck el que ha pagado frustraciones, y el público del Real con él. ¿Hasta cuando tenemos que soportar a estos directores de escena puestos a dedo, nombrado entre amiguetes, en detrimento de cantantes, libreto y, sobre todo música? Gracias Concha por tu artículo!!!!!! El Coleccionista
ResponderEliminarYo creía que ya no existía lo del pateo. Somos tan educados......
ResponderEliminarPues me parece hasta bien. Habría que patear a bastante gente de los, como dice El Coleccionista, nombrados a dedo, en todos los estamentos.
Nos iría bastante mejor. Creo.
Jero