Por Javier García-Luengo |
Generación nini, desilusión, crisis o depresión son
términos que ya desde hace algunos años hallamos con inquietante frecuencia en
cualquier medio de difusión. Todos ellos son, por otra parte, palabras que no
hacen sino retroalimentar la situación que vivimos y que indudablemente nos
conducen a un paulatino hastío y un pesimismo -quizá interesado-, poco o nada
nada constructivos para superar los envites que se presentan en nuestro día a
día.
Afortunadamente,
el pasado día 27 de febrero un grupo de jóvenes profesionales emprendedores nos
demostraron que ese discurso puede y debe ser superado. El motivo fue el
estreno en la Sala Nada de Madrid de la obra COSAS DE TRÍOS de Mario Albelo,
dirigida por Ruddy Méndez, producida por Paloma Serrano y protagonizada por
Víctor Elías, Álex Casademunt, Luisber Santiago y Clara Climent.
Evidentemente,
las salas pequeñas son todo un reto para cualquier actor, pues sus gestos, sus
rostros, su dicción, en definitiva, su profesionalidad, queda mucho más
expuesta a ese público que por cercano puede resultar más crítico. Lo cierto es
que el elenco reseñado trabaja con esa sutil habilidad que al buen actor le da
creerse su trabajo, vivir lo que está representando como propio.
El texto,
por su parte, propone un diálogo con la modernidad, entendiéndose esta no como
un guiño al esnobismo vacuo sino como una manera de dialogar con la realidad,
con el mundo en este caso de nuestros jóvenes, con su día a día, esa
cotidianidad a veces frívola a veces hasta metafísica, pero siempre, insisto,
real. Como en otros tiempos hicieron nuestros clásicos, no se niega, antes al
contrario, frecuentes guiños al humor, ese humor que se hace con las palabras
pero también con el gesto, esa ambrosía reservada tan solo a los actores de
verdad.
Y hablando
de clásicos, esta obra pretende ser la primera de una serie que a la manera de
los trágicos griegos desarrollaban un tema a partir de la sucesión de tres representaciones
sucesivas. Esta presencia del mundo clásico la detectamos igualmente en la
escenografía pergeñada por la propia productora, Paloma Serrano. La sencillez a
la hora de abordar un contexto urbano no es ajena sin embargo a la tradición
renacentista de la perspectiva, así como a el anhelo por remarcar cierta
atemporalidad.
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