Por Luisa Grajalva |
Esta mañana, al mirarme al espejo, me sucedió una cosa extraña: mi figura no aparecía centrada, sino en una esquina. Por más que intenté variar de postura, la imagen no cambió de lugar.
El espejo de vestir Berthe Morisot |
Esta tarde, el azogue tampoco reflejó mi tamaño. La figura del ángulo aparecía, además, empequeñecida. Probé a acercarme, a alejarme, pero mi pequeño yo permaneció invariable.
Comprendí que el cristal tenía razón. Si nunca fui capaz de protagonizar mi propia vida, ¿por qué iba a merecer un primer plano?
Muy bonito Luisa !!!!
ResponderEliminarSobrecogedor! Bueno y bonito también. Un poco dura consigo misma, quizás?
ResponderEliminarLo dicho, gracias.